El dulce veneno es el amor que encontras en la vida. Es esa trampa que se apodera de tu mente, tu cuerpo y tu alma... Es el veneno que paraliza hasta tu último movimiento voluntario para transformarte en una marioneta que no hace mas que estar a disposición del amor.
Podriamos decir que el amor es el dulce nectar con el que se atrapan las moscas... lo que realmente es venenoso es todo aquello que hace al amor impuro... la desconfianza, los celos, la mentira.
Luego de un desengaño hay miles de razones para pensar que no vale la pena volver a intentarlo... sin embargo, la mayoría de nosotros continúa en ese camino arduo y sinuoso donde pretendemos toparnos con la persona que nos complemente.
A veces llenos de espinas, algo heridos, molestos, transmitimos todo aquello que nos pasa a nuestros seres cercanos y terminamos por lastimar a aquellos que nos brindan su amor incondicional. Parece que no existe diferencia entre lo que nos lastima... y lo que nosotros mismos podemos llegar a lastimar.
El amor es el dulce veneno al que no se puede renunciar... su exceso nos lleva a los celos, la sobreprotección... su carencia nos hace seres frios y calculadores. Como todo en esta vida, el ideal aparenta ser el punto medio de la cuestion... los suficientes celos como para darle pimienta a la vida, la suficiente distancia como para protegernos, el suficiente acercamiento como para entregarnos por completo, la suficiente comprensión para no abandonar a mitad de camino...
A veces es un bien... pero muchas otras es un mal necesario.
Somos masoquistas?... en algún punto, y aunque le duela a nuestro orgullo, a todos nos gusta tropezarnos dos veces con la misma piedra en cuestiones del amor... Intentamos entender que fue lo que nos salió mal?... Siempre, los "por que?" viven rodeando nuestras mentes.
Así y todo... sigo pensando que vale la pena. En alguna vuelta de tuerca el destino tiene algo preparado que aún no vivimos... tal vez valga la pena arriesgar una vez más.
Sirvan otra copa de Dulce Veneno... bien llena hasta arriba, fondo blanco... y a recomenzar.
30 mayo, 2006
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